Ruta por el trazado del Ferrocarril Minero (Udias, Cantabria) (Ada Mier, Esther Garcia, Olimpia, Aida Mier) |
Estas instalaciones se cerraron alrededor de los años 1940 y hoy en día están abandonadas. Todavía se puede recorrer el antiguo trazado del ferrocarril minero por túneles y trincheras en la roca que durante 3 km discurre desde La Gandara en dirección a Cobreces, encontrando en plena montaña el Pozo Peñamonteros.
Desde este punto hay unas vistas fantásticas hacia la costa y los Picos de Europa. Siguiendo camino podemos llegar a través de montes despoblados y paisajes pintorescos a Cobreces, Ruiloba ó Novales.
Udías constituye un municipio pequeño y poco conocido situado entre Comillas y Cabezón de la Sal, entre el valle medio del río Saja y la costa. El término municipal se encuentra sobre una depresión kárstica salpicada por pequeños cerros que se elevan apenas 300 metros sobre los hoyos o “joyos”, depresiones o dolinas producidas por la disolución de las calizas. Disolución que también ha formado una compleja red de aguas subterráneas y cuevas, entre las que destaca la cueva de Rescaño de más de 13 kilómetros de recorrido.
El paisaje de la zona está dominado, además de por las praderías, por los restos de la actividad minera. Esta zona ha sido explotada para extraer zinc a partir de galena durante el siglo XIX y parte del XX, época en la cual, junto con las minas de Reocín y del macizo de Andará en los Picos de Europa, Cantabria era la provincia con mayor producción de zinc de Europa. Nuestro recorrido discurrirá por viejos caminos mineros y antiguos ferrocarriles que transportaban el mineral.
(Esther Garcia) |
En el término municipal de Udías, en el barrio de El Cobijón, se encuentra La Gándara, un pequeño pueblo que en su día, florecía con la explotación de las minas de La Florida.
Esta senda del ferrocarril que concluye en Cóbreces, no tiene mayor dificultad; se trata de un terreno llano, con unas maravillosas vistas de brañas abandonadas y semi salvajes y la proximidad de bosques bajos.
Una senda maravillosa practicable para niños y abuelos.
La diversidad de flora es un regalo para la vista, principalmente para aquellos que sienten algún tipo de inquietud por la botánica.
Así, encontramos litospermun de brillante azul (mijo de sol), lilium pirinacum (azucena de los Pirineos), una delicadisima flor que parece pintada. Echium vulgaris (viborera), con sus larguisimos estambres rosa emergiendo entre las flores azules. Una planta que recibe su nombre de las propiedes que poseé como antídoto contra las mordeduras de este reptil.
Pequeñas plantas carnívoras como la Pinguicula (grasilla) con sus rosetas basales de un verde limón acharolado y una larga flor solitaria color de rosa, verdadera trampa para pequeños insectos.
Multiples variedades de Umbeliferas, entre las que destacan Angélica officinales, Cicuta, y Peine de Venus. Espléndidas espigas florales de Prunella Grandiflora. Tapices amarillo-rojizos de Lotus corniculatus(cuernecillo), Leucanthemum vulgare, o margaritón silvestre.
Una gran variedad de Polypodios (helechos), entre los que cabe destacar por su rareza, el culantrillo que se desliza entre las rocas más húmedas y escondidas y la Lengua de Ciervo.
De la antigua población de La Gándara quedan ejemplares arbóreos de jardín, Palmeras, Magnolios y Cedros que conviven, en un mar de verdes matices, con Robles, Castaños, Fresnos y arbustos autóctonos.
Un delicioso lugar, una deliciosa senda recomendada para todos.
Dificultad del recorrido muy baja, tan sólo la derivada de la distancia, ya que la marcha discurre por camino.
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